José Pulido: «La poesía que puede nacer y crecer sobre cualquier superficie»

Del olvido y sus menudencias, el más reciente libro de Golcar Rojas, produce la sensación de que a través de la poesía entramos de manera consciente en la gigantesca selva que nos queda de este siglo recién comenzado. Selva de quehaceres para sobrevivir sin rendirse; selva de acariciar esperanzas de corta duración, pero fáciles de materializar en el fragor de lo cotidiano; selva de convivir con toda clase de criterios sin dejar de cultivar el propio sentir, el propio pensar, el propio modo de mirar.

Ese libro es la puerta que nos indica hacia dónde avanzaremos y con qué clase de sentimiento debemos hacerlo. Porque se necesita, de verdad, una manera de incorporarse a la existencia hasta que se nos acabe, avanzar hacia un lugar hasta que se nos acaben el avance y el lugar. El intento es válido y se añadirá a otras demostraciones de utilidad anímica que el bello lenguaje despliega día tras día. La poesía que puede nacer y crecer sobre cualquier superficie.

La poesía de Golcar rescata sentimientos a veces desechados y enseña a repararlos, a reciclarlos, a considerarlos pertinentes. En este libro que tanto me ha impresionado, se dice de un modo directo y hermoso: nunca olvidemos que el olvido es bueno.

Sobrará quien diga que el olvido es malo. Pero Golcar alude al olvido que alivia cuando ya decides que no vas a ver más tus espejismos del mediodía zuliano encima de una carretera aletargada de nieve y, ante el verdor de una arboleda abrumada de árboles hermosos y extraños, no gritarás de nuevo: “¡Mira esos mangos!”.

Alude a la necesidad de no seguir viendo en una esquina, cruzando una calle, reflejada en una vidriera, la figura de una persona querida que ya no volverás a encontrar.

Estando fuera de tu país, miras en cada esquina ajena una esquina que era tuya; una calle con los olores que te pertenecían. La poesía de este libro, Del olvido y sus menudencias, trae eso y más. Trae a Golcar Rojas con su forma inextinguible de hombre que carga un país en el corazón y otro en los ojos.

Fuente: Letralia

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